228-Curso de autoestima. Para ver en video: https://www.youtube.com/watch?v=frDRvBogNmA
228. Las 10 Ilusiones del Hombre (Parte 2ª)
Autoestima 228- Las 10 ilusiones del hombre 2 – Curso de autoestima – Podcast en iVoox
Millones vieron la manzana caerse, pero solo Newton se preguntó por qué.
- Bernard Baruch
Este capítulo esta secuenciado desde el 227, por lo que si no los has leído sería muy conveniente que primero lo hicieras.
6. La ilusión del juicio
Tu decisión de que debes hacer algo para obtener algo de lo que no hay suficiente, incluyendo a Dios, te ha obligado a responder algunas preguntas difíciles: ¿Cómo se sabrá si una persona ha cumplido con el requisito o no? ¿y qué sucederá con los que no lo cumplieron?
La respuesta a estas preguntas dio lugar a la invención del juicio. Pensaste que debía haber un árbitro, y como el Creador fue quien estableció el requisito, lo lógico era que Él decidiera también quién lo había cumplido y quién no.
Durante mucho tiempo, tu especie estuvo convencida de que era necesario hacer algo para complacer a Dios y que, de no ser así, las consecuencias serían trágicas. Es comprensible que llegaran a esa conclusión; cuando miraban a su alrededor, veían que a algunas personas les iba bien en la vida y a otras no. La mente primitiva se preguntaba por qué. Y se le ocurrió una respuesta primitiva:
La fortuna sonreía sólo a quienes eran dignos de la gracia de los dioses. Los dioses debían ser satisfechos y, posteriormente, nos juzgarían por ello.
Conforme a esta creencia surgieron sacrificios y rituales de todo tipo para apaciguar a las exigentes deidades.
Cada desastre, cada granizada, cada huracán, cada sequía, hambruna, o calamidad personal se consideraba prueba de que los dioses no estaban satisfechos o, en ocasiones, de que estaban en guerra unos contra otros. ¿De qué otra manera se podría explicar lo que ocurría?
Ahora bien, estas creencias surgieron durante los tiempos antiguos, pero a través de los milenios se han ido refinando. Actualmente la mayoría cree en un solo Dios enfurecido al que hay que apaciguar.
El modelo de Dios vengador nunca ha perdido popularidad en su sociedad. Han aprovechado tanto los desastres personales como los planetarios para demostrar su validez. En tiempos muy recientes hubo mucha gente, entre ellos líderes religiosos, que proclamó que los infortunios de la vida, como la epidemia de SIDA, eran un castigo de Dios por la conducta individual o colectiva de la especie humana.
Muchas personas siguen creyendo que existe un requisito establecido por Mí, el cual deberán cumplir si desean recibir recompensas aquí y en el Cielo. Continúan pensando que hay un tribunal que juzga quién ha cumplido el requisito y quién no.
Por otra parte, algunas teologías afirman categóricamente que nadie puede cumplir el requisito, hagan lo que hagan; aunque tengan una vida perfecta, sin ningún error, tropiezo o falta. Según dichas enseñanzas, todos nacen imperfectos (algunas religiones lo llaman el pecado original), con una mancha en el alma, antes de empezar a vivir.
Ningún acto puede eliminar esta mancha, ni siquiera el arrepentimiento; sólo puede lograrse por la gracia de Dios. Y Dios, según se enseña, no concede esta gracia a menos que la persona se acerque a Él de un modo concreto.
Esta enseñanza manifiesta que yo soy un Dios muy quisquilloso, un Dios que no concede el júbilo del Cielo a quien no haga lo que Yo diga.
Si no ha venido a Mí por el sendero correcto, pronunciando las palabras adecuadas y creyendo en la religión verdadera, no podrá sentarse a la derecha de Dios Padre Todopoderoso.
Ante tales exigencias, esta idea podría llamarse presunción…
La especie humana, convencida de que Dios ha levantado barreras para separarse de ella, también ha interpuesto barreras entre sus individuos.
Basándose en una página del libro de Dios (lo que a Mí me parece bien sin duda debe aplicarse también entre ustedes), «ponen una mancha» sobre unos u otros incluso antes de que hagan nada. Como ya he dicho, consideren que las personas que son de un género, color o religión «equivocada» están manchados. Y también en cuanto a nacionalidad, vecindario, tendencia política u orientación sexual, o cualquier otra condición «equivocada». Cuando se comportan así es como si jugaran a «ser Dios».
Declaran que Dios enseña a juzgar de esta manera, puesto que Él puso la primera mancha de imperfección en el alma humana, Él los juzgó a ustedes antes de que pudieran demostrar lo contrario.
Por lo tanto, prejuzgar; es decir, tener prejuicios, debe ser aceptable, ya que si Dios lo acepta, ¿por qué no el hombre?
Tu cultura dice que cuando Adán y Eva pecaron, fueron expulsados del Paraíso y, tanto ellos como su descendencia, perdieron la felicidad y el derecho a la vida eterna. No sólo los sentencié a una vida de limitación y esfuerzo, sino a la muerte (la cuarta ilusión), condiciones que no sufrían antes de su tropiezo.
Otras culturas y teologías que aún existen en su planeta, no aceptan la historia de Adán y Eva, pero crearon su propia prueba de que existe un requisito. La mayoría está de acuerdo con que ustedes son imperfectos a los ojos de Dios y deben hacer algo para alcanzar la Perfección, léase Purificación, Salvación, Iluminación…
Siempre esperan de los demás lo que creen que Yo espero: la perfección, se pasan la vida exigiendo perfección a los que ustedes mismos consideran imperfectos.
Su primer error, y el que suele resultar más caro, es hacérselo a ustedes mismos, y después, cometen un segundo error al exigírselo a los demás. Así, es imposible que alguien pueda cumplir… El requisito.
Piensan que la ilusión del juicio es real. Proclaman que si Dios los juzga, también ellos tienen derecho a juzgar a los demás. Y así lo hacen.
Su mundo se apresura a juzgar sobre todo a cualquiera que reciba premios como fama, poder o éxito, lo cual se supone que sólo es digno de un ser perfecto; y condena a cualquier persona que muestra la más mínima imperfección.
Sin embargo, ¿por qué una simple observación sobre tu persona te hace sentir incómodo? Afirmar que algo es de cierto modo, ¿se considera un juicio? ¿No podría ser simplemente una observación? ¿Qué más da si alguien no cumple con el requisito? ¿Qué importancia tiene?
Se hacen estas preguntas.
Era evidente que la sexta ilusión tenía un defecto, hecho que debió haber puesto en evidencia que la idea del juicio era falsa, pero los seres humanos sabían, en un nivel muy profundo, que no podían abandonar la ilusión o algo muy importante llegaría a su fin.
Una vez más, tenían razón. Pero también aquí cometieron un error. En lugar de identificar la ilusión como tal y usarla para el fin que pretendía, pensaron que debían corregir su defecto.
Con el fin de corregir el defecto de la sexta ilusión crearon la séptima.
7 La ilusión de condenación
El juicio debía tener una consecuencia. Si existía un juicio, debía ser por algo.
Era evidente que uno era juzgado con el fin de determinar si merecía recibir los premios por cumplir con el requisito. Lo elaboraron recabando información e intentando encontrar la respuesta remitiéndose a las historias originarias de su cultura y a las primeras ilusiones en que se basaban.
La explicación que se dieron fue que los había separado de Mí por no haber cumplido con Mi primer requisito.
Cuando eran perfectos, vivían en un mundo perfecto, el Paraíso, y disfrutaban de la vida eterna. Pero cuando cometieron el pecado original se volvieron imperfectos, y su gama de perfecciones se acabó.
Lo más perfecto de su mundo perfecto era que no se morían. No existía la muerte. No obstante, al finalizar su vida perfecta, pensaron que la cuarta ilusión era cierta. Existe la insuficiencia. No hay suficiente. Ni siquiera había suficiente Vida.
La muerte era la consecuencia, el castigo porno cumplir con el requisito.
Pero, ¿cómo?, se preguntaron los pensadores más avanzados de su especie. Si todo muere, ¿cómo podía ser la muerte el castigo por no cumplir el requisito? incluso los que sí lo cumplían se morían! Tal vez la razón de que existiera la muerte fuera simplemente la insuficiencia del Universo. La insuficiencia imperaba. Esto lo dedujeron de la cuarta ilusión.
Pero si la muerte era resultado de la insuficiencia, entonces cuál era realmente el resultado de no cumplir con el requisito?
Había algún error. No tenía sentido. Regresaron al mito original. Dios expulsó a Adán y a Eva del Jardín por no cumplir el requisito. Esto creó la separación, lo cual creó la insuficiencia, lo cual creó el requisito.
De modo que la insuficiencia es la consecuencia del castigo de Dios. El castigo fue la separación; y la insuficiencia, el resultado. La muerte es insuficiencia de Vida, y por extensión, el castigo.
De este modo lo que siempre ha existido recibió el nombre de premio. ¡Eso es!, se dijeron. La Vida Eterna es el premio. Pero entonces surgió otro dilema. Si existía la muerte, la Vida Eterna no podía existir. Hmmmm. Un nuevo reto: cómo concebir que ambas puedan existir aunque parezcan excluirse mutuamente.
Decidieron que la muerte del cuerpo físico no significaba la muerte. Decidieron que la vida debía continuar después de la muerte física, ya que la existencia de la muerte excluía la posibilidad de una vida sin fin.
Pero, si la vida continuaba después de la muerte física, entonces, cuál era el objeto de la muerte? No tenía objeto. Así que fue necesario crear otra consecuencia en la vida posterior a la muerte. Lo llamaron condenación.
Pensándolo bien, encajaba a la perfección. Concordaba con lo establecido en la segunda ilusión: el resultado de la vida es incierto; ¡existe el fracaso!
Ahora podían tenerlo todo. Podían tener muerte y Vida Eterna, castigo y premio. Al situarse después de la muerte, se convencieron de que la muerte no era el castigo, sino la máxima manifestación de la insuficiencia, la evidencia más impresionante de que existía la cuarta ilusión.
Los mitos son el sostén de la Historia y la Historia es el sostén de las ilusiones. Éstos son los fundamentos de su razonamiento. Y todos son falsos. La muerte no existe. Decir que existe la muerte es como decir que tú no existes, y tú eres la Vida misma.
Yo soy la energía de la Vida. Yo soy el que da forma a aquello que ha tomado forma. Todo lo que ves es Dios, con formas diferentes. Todos ustedes son Dios, en formación. O, dicho de otro modo, ustedes son información de Dios.
La vida que llevas es la demostración de lo que has entendido y lo que no. Es el reflejo de tus razonamientos más profundos.
Si en tu vida gozas de alegría constante y dicha absoluta, es que ya lo has entendido. Significa que tu vida no tiene las condiciones que causan dolor, sufrimiento y desilusión. En realidad significa que vives con alegría a pesar de las condiciones. Tu percepción no se basa en condiciones.
La manera de producir más vida es experimentar más muerte. ¡No permitas que la muerte ocurra una sola vez en tu vida! Experimenta cada momento de la vida como una muerte, pues así cambiará realmente la idea que tienes de ella y aceptarás que es tan sólo el fin de una experiencia y el comienzo de otra.
Cuando lo logres, podrás celebrar un pequeño funeral por cada instante que ha pasado, por lo que ha muerto. Y podrás mirar al frente y crear el futuro, comprendiendo que hay futuro, que hay más Vida.
Cuando lo comprendas, desaparecerá la idea de que no hay suficiente y podrás comenzar a emplear cada dorado instante del presente de una forma nueva, con una nueva comprensión y una apreciación más profunda; con mayor conciencia y más discernimiento, y tu vida nunca volverá a ser igual.
Puedes relajarte; ya sabes que tienes más tiempo, a pesar de la ilusión de que el tiempo se está agotando. Puedes crear con gran eficiencia, pues sabes que tienes más Vida, a pesar de la ilusión de que tu vida se acaba. Puedes encontrar paz y alegría, a pesar de la ilusión de que no hay suficiente de lo que crees necesitar, pues ahora sabes que sí hay suficiente. Hay suficiente tiempo, suficiente vida y suficiente materia de vida para que puedas vivir con felicidad eternamente.
Cuando te permitas concebir que hay suficiente de lo que considerabas insuficiente, comenzarán a ocurrir cambios extraordinarios en tu manera de vivir.
Cuando entiendas que hay suficiente, dejarás de competir con los demás. Dejarás de competir por el amor, el dinero, el sexo, el poder o cualquier cosa que antes creías era insuficiente. ¡Se acabó la competencia!
Esto lo transforma todo. Ahora, en lugar de competir con los demás para obtener lo que desees, comenzarás a regalarlo. En lugar de pelear por conseguir más amor, empezarás a dar más. En lugar de luchar para logra/más éxito, te cerciorarás de que los demás lo tengan. En lugar de esforzarte por detentar el poder, comenzarás a otorgárselo a los demás.
En lugar de buscar afecto, atención, satisfacción sexual y seguridad emocional, descubrirás que tú eres la fuente de todo ello. Darás a los demás todo lo que alguna vez deseaste. Y lo asombroso es que, en la medida en que des, también recibirás. De repente tendrás más de lo que regales.
El motivo es muy claro. No tiene nada que ver con que tus actos sean «moralmente correctos», «espiritualmente iluminados» ni «La Voluntad de Dios». Se debe a una verdad muy sencilla: No hay nadie más. Sólo existe Uno.
Sin embargo, la ilusión indica que no es así. Dice que están separados entre sí y separados de Mí. Muestra que no hay suficiente, ni siquiera de Mí, de modo que, debes tomar medidas para obtenerlo. Dice que serás vigilado muy de cerca para que así sea y que, si no lo haces, serás condenado.
No parece un acto muy amoroso. Y, sin embargo, si algo han enseñado todas sus culturas es que Dios es Amor. Amor Supremo. Amor Absoluto. Amor Incalculable. No obstante, si Dios es Amor, ¿cómo puede existir la compensación? ¿Cómo nos puede sentenciar Dios a una tortura eterna fuera del alcance de cualquier descripción?
Los seres humanos comenzaron a formularse estas preguntas.
Era evidente que la séptima ilusión tenía un defecto. Esto debió poner en evidencia que la idea de condenación era falsa, pero ustedes sabían, en un nivel muy profundo, que no podían abandonar la ilusión o algo muy importante llegaría a su fin.
Una vez más, tenían razón. Pero también aquí cometieron un error.
En lugar de identificar la ilusión como tal y usarla para el fin que pretendía, pensaron que debían corregir su defecto.
Con el fin de corregir el defecto de la séptima ilusión crearon la octava
8 La ilusión de condicionalidad
Para que exista la condenación, debe haber algo que no se comprenda acerca del amor.
Llegaron a esta conclusión e inventaron la condicionalidad como característica de la vida para resolver el dilema que representaba.
Todo en la vida debe ser condicional. ¿No saltaba a la vista? se preguntaron algunos filósofos. ¿No han comprendido la segunda ilusión?
El resultado de la vida es incierto. Existe el fracaso.
Esto significa que se puede perder el amor de Dios. El amor de Dios es condicional. Debes cumplir el requisito. Si no, serás separado. Como ya he dejado claro, existen más de diez ilusiones. Ustedes crean cientos de ellas al día. Cada cultura ha creado la suya pero, de uno u otro modo, todas se basan en los mismos errores. Lo demuestra el que todas hayan ocasionado los mismos resultados.
La vida en tu planeta está llena de avaricia, violencia, matanza y amor condicional.
Han aprendido que el amor es condicional porque creen que el amor del Ser Supremo, no importa cómo lo interpreten, es condicional. O, si no creen en un Ser Supremo, sino en la Vida, entonces la conciben como un proceso que se expresa dentro del contexto de la condicionalidad. En otras palabras, una condición depende de otra. Algunos lo llaman causa y efecto.
No existe la condicionalidad en el Universo. Lo que Es, es Lo que Es y no existen condiciones en las cuales no sea. ¿Entiendes?
La vida siempre fue, es hoy y siempre será un mundo infinito.
Lo mismo sucede con Dios, pues Dios es la Vida misma.
Lo mismo sucede con el amor, pues el amor es Dios mismo.
Por tanto, el amor no tiene condiciones. El amor simplemente es. El amor no puede dejar de «ser», y no existen condiciones en las cuales se le pueda hacer desaparecer.
Puedes sustituir la palabra «Vida» o la palabra «Dios» por «amor» en la oración anterior y seguirá siendo verdadera. El amor condicional es una paradoja.
¿Lo captas? ¿Lo comprendes? Estos términos se excluyen mutuamente. La experiencia de la condicionalidad y la experiencia del amor no pueden existir al mismo tiempo y en el mismo lugar. Lo que está destruyendo a la humanidad es creer lo contrario.
Tu civilización ha elegido vivir la octava ilusión hasta un punto muy elevado y por ese motivo corre el peligro de extinguirse.
Ustedes no corren ese peligro. Es imposible, ya que son la Vida misma. Sin embargo, la forma en que hoy expresan la Vida, la civilización que han creado y que están a punto de destruir, no es irremediable. Una de las maravillas de ser Quienes Son Realmente es que pueden cambiar de forma cada vez que lo deseen. De hecho, así pasa todo el tiempo.
A pesar de que no exista una verdadera condicionalidad en el Universo, ustedes creen firmemente que existe. Con seguridad, existe en el reino de Dios. Todas las religiones lo enseñan; por lo tanto, debe existir en el Universo. Decidieron que esto era un hecho. Así, pues, generaciones enteras se han dedicado a averiguar qué condiciones les permitirían crear la vida que deseen, así como la existencia después de ésta, en el caso de no cumplir el requisito. Si lo cumplen, no hay problema. Pero, ¿y si no?
Las religiones no sólo indicaron cuáles eran los requisitos, sino también cómo volver a conquistar el amor de Dios en caso de no cumplir el requisito. Así surgieron los conceptos de perdón y salvación. Eran las condiciones del amor. Dios dice «Te amo si…», ahí estaba la condición.
Si hubieran visto las cosas con objetividad, el que cada religión explicara el perdón y la salvación de manera diferente podría haber sido la prueba de que todo era inventado. Pero la objetividad no es su fuerte, incluso en la actualidad.
Siguen creyendo que no es invención, que Yo puse condiciones para volver conmigo. Que existan cientos de religiones que señalen miles de condiciones diferentes, no se debe a que Yo les haya dado un mensaje incoherente, sino a que la especie humana no ha sabido interpretarlo.
Claro que tú sí lo has comprendido, son los demás, los de otras religiones, los que no lo han comprendido. Ahora que hay varias maneras de solucionarlo: no haciéndoles caso o intentando convertirlos, o tal vez eliminarlos.
Tu especie lo ha intentado todo. Tenía derecho, ¿no? Era su responsabilidad, ¿no? ¿Acaso no era la encomienda de Dios? ¿No recibieron la orden de convencer y convertir a los demás para que ellos supieran también cuál era la verdad? Y, ¿no estaba justificado realizar matanzas y limpiezas étnicas cuando no podían convencer a los demás? ¿No existía algo implícito que les daba este derecho?
Empezaron a plantearse estas preguntas.
Era evidente que había un defecto en la octava ilusión. Esto debió poner de manifiesto que la idea de condicionalidad era falsa. Pero ustedes sabían, en un nivel muy profundo, que no podían abandonar la ilusión o algo muy importante llegaría a su fin.
Una vez más tenían razón. Pero cometieron un error. En lugar de ver la ilusión como tal y usada para el fin que pretendía, pensaron que debían corregir su defecto.
Con el fin de corregir el defecto de la octava ilusión crearon la novena.
9 La ilusión de superioridad
Los seres humanos llegaron a la conclusión de que si existía la condicionalidad sería necesario saber cuáles eran las condiciones para disfrutar y crear la vida, así como la vida después de la vida que uno deseara. La conclusión inevitable es que el que sabe cuáles son las condiciones está mucho mejor que el que no lo sabe.
Y la especie humana no tardó en sustituir «estar» por «ser». Así nació la idea de superioridad.
La superioridad tuvo muchos usos. El principal fue proporcionar una justificación indiscutible para hacer todo lo necesario a fin de garantizar que hubiera «suficiente» de todo, incluyendo el amor de Dios. Saber las condiciones daba derecho a no tomar en cuenta a algunos, a intentar convertir a otros o sencillamente a eliminar a las personas que no conocieran o no aceptaran las condiciones.
Por lo tanto, el interés por saber cuáles eran las condiciones de la Vida se convirtió en una cuestión primordial. A esta sabiduría la llamaron ciencia. Y a la sabiduría relacionada con las condiciones de la existencia posterior a la vida la llamaron conciencia. Si uno sabía cuáles eran estas condiciones y las comprendía, se decía que uno tenía una «buena conciencia», o que era «consciente».
Se dijo que la «conciencia elevada» era resultado del estudio serio de lo que denominaron teología, derivado de teo y logos, o sea, la lógica de Dios.
Después de mucho estudio, concluyeron que existían circunstancias en las cuales se podía cumplir el requisito, así como circunstancias en las que era imposible. También existían circunstancias en las que uno era perdonado por no cumplir el requisito.
Estas circunstancias llegaron a conocerse como «las condiciones». Se añadió el «tener» al «hacer». Deben tener suficiente inteligencia para obtener «buenas calificaciones», quedar en el primer lugar de su clase y encontrar un buen empleo. Después podrán tener «éxito».
Deben tener suficiente dinero para comprar «una casa fabulosa» y sentirse «seguros».
Deben tener tiempo suficiente para tomar «vacaciones» y sentirse «descansados, revitalizados y relajados».
Deben tener suficiente poder para determinar «su propio destino» y sentirse» libres».
Deben tener suficiente fe para «encontrar a Dios» y «salvarse».
Así han configurado su mundo. Cuando alguien tiene los elementos adecuados, puede hacer las cosas bien y convertirse en lo que siempre ha deseado.
Lo difícil es hacer todo lo que hay que hacer sin tener los elementos que ustedes piensan que deben tener.
No puedes conseguir un buen trabajo y triunfar, aun teniendo inteligencia, a no ser que pertenezcas al género correcto. No puedes comprar una casa maravillosa, aun contando con el dinero, si no tienes también el color de piel correcto. No puedes encontrar a Dios, aun teniendo fe, a menos que también seas de la religión correcta.
Contar con los elementos correctos no garantiza que puedas obtener todo lo que deseas, pero es una gran ventaja.
Mientras más sabes (o crees que sabes) sobre estas condiciones, más superior te sientes. Como ya te he mencionado antes, la superioridad otorgó (o animó a concederse) la autoridad para hacer lo que consideraran necesario para asegurarse más Vida y más Dios, de los cuales nunca había suficiente. Por eso debían hacer lo que debían hacer, porque no había suficiente.
Esto es lo que tú te has dicho. Toda tu especie ha aceptado este mantra.
Ustedes son más de uno, de modo que no hay suficiente para todos. ¡No hay suficiente alimento, no hay suficiente dinero, no hay suficiente amor, no hay suficiente Dios.
Deben competir por todo ello. Y si deben competir, deben tener alguna manera de determinar quién gana. Su respuesta fue la superioridad.
Aquel que sea superior gana y la superioridad se basa en ciertas condiciones.
Algunos trataron de garantizar su triunfo añadiendo arbitrariamente ciertos elementos a las condiciones. Encontraron la manera de declararse triunfadores por anticipado.
Declararon, por ejemplo, que los hombres eran superiores a las mujeres. ¿No salta a la vista?, se preguntaron algunos pensadores. (Por supuesto, esta pregunta la planteaban hombres principalmente.)
De la misma manera, los blancos se declararon superiores.
Luego, los norteamericanos.
Y, desde luego, los cristianos.
¿O fueron los rusos? ¿O los judíos? ¿O las mujeres?
¿Podría ser verdad todo esto? Por supuesto que sí. Todo dependía de quién creara el-sistema.
Los primeros seres superiores no fueron los hombres… y los hombres estuvieron de acuerdo. Después de todo, ¿no eran las mujeres quienes creaban la vida? Y, ¿no era la vida aquello que todos anhelaban más que nada? De modo que durante el periodo del matriarcado se consideró que las mujeres eran superiores.
De igual modo, la raza blanca no fue la primera y, por tanto, no fue la superior.
En realidad, no es superior actualmente.
Ni son superiores los hombres.
Ni los judíos.
Ni los cristianos.
Ni los musulmanes, los budistas o los hindúes; tampoco los demócratas ni los republicanos; ni los conservadores o los comunistas, ni ningún otro grupo.
La verdad que te hará libre, la que no puedes permitir que sea revelada porque hará libres a todos es: No existe la superioridad. Ustedes lo han inventado todo.
Han definido lo que es superior para ustedes, según su preferencia, deseo o entendimiento (que es realmente muy limitado). Han definido lo que creen que es mejor basándose en su perspectiva, sus objetivos y sus planes.
Sin embargo, algunos han declarado que se trata de Mis planes. Dios los llamó los Elegidos, o la Única Fe Verdadera, o el único camino hacia la salvación.
Todo esto nos regresa a la primera ilusión de que existe la necesidad.
Ustedes se imaginan que como Dios tiene necesidades, también tiene un plan.
Este primer error los llevó a lo que pudiera ser su último error. Por eso te digo: la idea de superioridad tal vez sea el último error que cometan.
Creen que son superiores a la naturaleza y tratan de someterla. Al hacerlo destruyen precisamente el hábitat que fue creado para protegerlos y para ser su paraíso.
Creen que son superiores unos a otros y tratan de someterse entre sí. Al hacerlo, destruyen precisamente la familia que fue creada para abrazarlos y darles su amor.
Su especie hace que sea muy difícil experimentar la Vida en su forma presente debido a la creencia en estas ilusiones. Como no usan estas ilusiones para su propósito original, convierten lo que se pretendía que fuera un bello sueño en una pesadilla.
Pero puedes arreglarlo en este preciso instante. Ve estas ilusiones como lo que son: realidades creadas con un propósito, y deja de vivirlas como si fueran reales.
En particular, deja de vivir la novena ilusión con tanta convicción. Más bien úsala para adquirir conciencia de que la superioridad no es real. No puede existir la superioridad si Todos Somos Uno. Una cosa no puede ser superior a sí misma.
Todas las cosas son Una y no existe nada más. «Todos Somos Uno» no es tan sólo una hermosa frase. Es la descripción exacta de la naturaleza de la Realidad Máxima. Cuando lo comprendas comenzarás a percibir la vida y tu trato con los demás será diferente. Verás la relación de todas las cosas de otra manera. Notarás la conexión en un nivel mucho más alto. Tu conciencia se ampliará, tu visión será más penetrante. Literalmente podrás ver el interior.
Al tener mayor capacidad para alcanzar los niveles más profundos de la vida podrás ver más allá de la ilusión y «conocer una vez más» o «re-conocer» tu realidad. Mediante este proceso podrás recordar Quién Eres Realmente.
Este cambio de conocer a reconocer puedes hacerlo despacio. Puedes emprender el viaje dando pasos pequeños. Con pasos pequeños se pueden conseguir grandes progresos. Recuérdalo siempre. Uno de estos pasos podría ser el poner fin al concepto de «mejor».
La idea de la superioridad es la idea más seductora que se ha infiltrado en la mente humana. Puede convertir en un instante el corazón en una piedra, cambiar el calor por el frío, el sí por el no.
Una sola oración pronunciada desde el púlpito, el atril o la tribuna, en los congresos nacionales y por los líderes de las cumbres mundiales, podría cambiarlo todo.
«Nuestro camino no es el mejor, sino sólo uno más».
Esta humilde frase podría cerrar la brecha entre religiones y partidos políticos, y frenar los conflictos entre sus naciones.
Con una palabra podrían ponerle fin a todo eso.
«Namasté»: El Dios que está en mí honra al Dios que está en ti. Qué sencillo. Qué bello. Qué maravilloio.
Sin embargo, cuando estamos atrapados en una ilusión, qué difícil es apreciar el Dios que está en cada uno de nosotros y en todo. Toda persona debería estar consciente de la ilusión, estar consciente de que es una ilusión.
No obstante, si no es una ilusión, sino la vida tal cual, cómo es que, justo cuando nos creemos superiores, nos comportamos de la manera más baja? ¿Por qué cuando nos consideramos mejores actuamos peor?
Era evidente que había un defecto en la novena ilusión. Esto les debía haber puesto de manifiesto que la idea de superioridad era falsa. Pero sabían, en un nivel muy profundo, que no podían abandonar la ilusión o algo muy importante llegaría a su fin.
Una vez más, tenían razón. Pero cometieron un error. En lugar de ver la ilusión como tal y usada para–d fin que pretendía, pensaron que debían corregir su defecto.
Con el fin de corregir el defecto de la novena ilusión crearon la décima.
10 La ilusión de ignorancia
Conforme cada ilusión se superponía a la anterior, iba haciéndoseles más difícil explicarse la vida. Cada vez les surgían más preguntas que no podían responder. Si esto era verdad, entonces, ¿por qué aquello? Si aquello era verdad, entonces, ¿porqué esto? En poco tiempo, los filósofos y los maestros comenzaron a menear la cabeza. «No sabemos», dijeron, «y no sabemos si será posible saberlo». Así nació la idea de la ignorancia.
Esta idea sirvió para tantos propósitos que se difundió con rapidez y pronto se convirtió en la respuesta fundamental. Sencillamente no sabemos.
Pronto, sus instituciones comenzaron a encontrar en esto no sólo un refugio sino también cierto poder. «Simplemente no sabemos» se convirtió en «se supone que no debemos saber», que a su vez se convirtió en «ustedes no necesitan saber», lo cual finalmente se convirtió en «lo que no sabes no te hace daño».
Las religiones y los gobiernos ostentaban la autoridad para poder decir lo que quisieran y actuar como se les antojara, sin responder ante nadie.
«Se supone que no debemos saber» se convirtió en una doctrina religiosa. Existen ciertos secretos del Universo que Dios no desea que sepamos, declaró esta doctrina, y tan sólo preguntárselos es una blasfemia. Esta doctrina pasó rápidamente de la religión a la política y al gobierno.
Como resultado, hubo una época en la historia en que formular ciertas preguntas, planteadas de cierta manera y en determinado momento, podía provocar que le cortaran la cabeza a uno.
Literalmente la prohibición contra las preguntas elevó la ignorancia al nivel de una virtud deseable. No hacer preguntas se volvió muy sabio y de muy buena educación. Se convirtió en una conducta aceptada. Es más, se convirtió en la conducta esperada.
Aunque parece que el castigo por hacer preguntas impertinentes no es tan severo hoy como en tiempos pasados, existen lugares de su planeta donde ha cambiado poco.
En este preciso momento hay regímenes totalitarios que insisten en que sólo se escuchen las voces de asentimiento y que se silencien las voces disidentes, a veces de manera brutal.
Justifican este comportamiento bárbaro proclamando que «era necesario para mantener el orden». Responden alas protestas de la comunidad internacional con poses de indignación, con políticas represivas que, declaran que se trata de «asuntos internos».
Ahora te digo: la esencia del amor es la libertad. Cualquiera que te diga que te ama y que te protege, te dará libertad.
Así de sencillo. No es necesario ir más lejos ni cavar más hondo en busca de una explicación más compleja. Te lo he dicho antes y lo repetiré una vez más. Sólo existen dos energías en el núcleo de la experiencia humana: el amor y el temor.
El amor concede libertad, el temor la arrebata. El amor abre, el temor cierra. El amor invita a la expresión total, el temor la castiga.
Según esto, sabrás quién te ama, o quién te teme. No prestes atención a sus palabras: presta atención a sus actos.
Te amo. Por eso te digo que la ignorancia es una ilusión.
Sabes todo lo que tienes que saber sobre Quién Eres Realmente, que es la esencia del amor.
No tienes que aprender nada; sólo debes recordar.
Te han dicho que no puedes conocer a Dios y que incluso preguntar por Mí es una ofensa contra Mí. No es verdad. Ninguna de esas afirmaciones es verdad.
Te han dicho que necesito algo de ti y que si no Me lo das, no podrás regresar a Casa, a la Unión conmigo. No es verdad.
Te han dicho que estás separado de Mí y de tus congéneres. No es verdad.
Te han dicho que no hay suficiente y que, por tanto, debes competir por todo, incluso por Mí.
No es verdad.
Te han dicho que si no haces lo que te exijo en esta competencia, serás castigado y el castigo será la condenación a la tortura eterna. No es verdad.
Te han dicho que mi amor por ti es condicional, y que los que saben cuáles son mis condiciones y cumplen con ellas, y con todas las necesarias para ganar en la competencia por la vida, son superiores. No es verdad.
Finalmente, te han dicho que no sabes que estas afirmaciones son falsas y que nunca lo sabrás, puesto que es demasiado complejo para que lo puedas entender. No es verdad.
AQUÍ TIENES LA VERDAD…
1. Dios no necesita nada
2. Dios no puede fracasar y tú tampoco
3. Nada está separado de lo demás
4. Hay suficiente
5. No debes hacer nada
6. N o serás juzgado
7. No serás condenado
8. El amor no pone condiciones
9. Una cosa no puede ser superior a sí misma
10. Tú ya sabes todo esto
En el capítulo siguiente veremos como salir de las ilusiones y vivir de verdad vivir.