018-Curso de autoestima
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18. Digno de Usted
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Experimentar el placer del deber cumplido es privilegio de gente con orgullo de si.
– ALEJANDRO ARIZA Z.
El diccionario define la palabra digno como aquello proporcionado al mérito y condición de una persona u cosa, significa que merece. Esto me ha llevado a pensar en la reconfortante experiencia que todo ser, humano vive cuando sabe que ha realizado algo bien, muy bien, y entonces experimenta placer por lo que hizo. Sin embargo, lo que se debe subrayar es que para saber que hicimos algo bien, para autovalorarse, para ejercer una auténtica autocrítica, se requiere un profundo deseo de ser mejor, y ese deseo proviene de nuestra propia autoestima.
El famoso filósofo griego Aristóteles afirmó en alguna ocasión: «Nosotros somos lo que hacemos», y pienso que esa aseveración es verdadera, porque efectivamente todo lo que hacemos en la vida resulta ser un fiel reflejo de lo que somos. Si usted se valora y estima realmente, todo lo que haga debe ser «digno de usted»; y es entonces cuando, por ejemplo, al redactar una carta, se siente mal si tiene faltas de ortografía; o cuando se viste, se siente mal si su ropa está sucia o con alguna mancha; o bien, cuando se sube a su automóvil se siente mal si éste está sucio. Ese «sentirse mal» proviene de su más auténtica autoestima, percibe que no lo merece.
Es más, si ha vivido momentos en los cuales definitivamente no se sube a su auto al estar sucio, si no se pone esa ropa sucia por nada del mundo, si no manda esa carta con faltas de ortografía, aun a pesar de que urja hacerlo, es porque un sentimiento de «vergüenza» se lo impide. Esa vergüenza es una fuerza muy poderosa y, estudiada desde esta perspectiva, muy sana. Es usted tanto, que se siente mal por aquello que hizo al «ahí se va». El resultado de sus actos no le satisfacen. Es cuando percibe que lo que hizo no corresponde a lo que usted es. Experimentar esta sensación es un noble indicio de una gran autoestima. Si esto le ha pasado, ¡lo felicito!.
Es verdaderamente impresionante (por lo menos para mí) que existan personas que hacen su trabajo mal, mediocremente; pero eso no es lo impactante, sino que al terminarlo ¡se sienten bien consigo mismas! (¿Ya vio qué es lo impactante?) Es el caso de la secretaria a la que se le pide un reporte y lo entrega a mano, no obstante que tiene una máquina de escribir junto a ella. Es el caso del asistente que entrega una lista de pendientes repleta de faltas de ortografía y en una hoja sucia y arrancada de un cuaderno. Es el caso del hijo que se viste de una forma «fachosa», y tiene su guardarropa repleto de buenas prendas, digamos de ropa digna (pero digna ¿de quién?). Es el caso del muchacho que visita a la novia yendo en su automóvil sucio y lleno de basura en su interior y ¡ni se da cuenta!, de hecho le extrañan las caras de «fuchi» que le hace su novia y no se explica el porqué.
En fin, los ejemplos pueden ser interminables, lo único que tienen en común es la pobre auto estima de quien ejecuta los actos. No hay autocrítica, y no la hay porque no existen valores de referencia para autocalificarse. Aquí lo invito a reflexionar más profundamente en el tema. Empecemos. La fábrica de nuestras vidas: Referencias
Todo hombre es como un cheque firmado en
blanco por Dios. Nosotros mismos escribimos en
él la cifra de su valor con nuestro merecimiento.
AMADO NERVO Poeta mexicano
Cada vez que emitimos un juicio de valor, lo realizamos con base en una referencia. Para saber que algo es grande, deducimos que lo es pero con respecto a algo más pequeño. Por ejemplo, si usted coloca un cenicero junto a una cajetilla de cigarros, ¿de qué tamaño «le parece» el cenicero? Es posible que responda que de un tamaño mediano. Pero si el mismo cenicero lo coloca unto al refrigerador, ¿de qué tamaño «se le hace» el cenicero? ¿Pequeño, verdad? De igual forma, si ahora coloca el cenicero junto a un alfiler, ¿cómo se le figura el tamaño del cenicero? Grande, ¿no es así? Pues bien, la lección de este «Momento para crecer» es: «Todo en la vida es basándose en una referencia», Bien podríamos afirmar que «las referencias» son la fábrica de nuestras vidas. Por ello, cuando usted emite un juicio de valor, cuando dice que algo es grande, pequeño, caro, barato, delgado, grueso, feo, bonito, profundo, superficial, etcétera, lo hace basándose en una referencia.
Compruébelo en su vida cotidiana cuando dice por ejemplo que algo está caro. ¿Caro para quién?, porque tenga la plena certeza de que eso que a usted le pareció caro, lo pudo considerar otra persona una verdadera ganga. La referencia está en el poder adquisitivo de su bolsillo. O bien, otra referencia en este mismo ejemplo podría ser el grado de utilidad de la cosa por adquirir. Me acuerdo de una novia que tuve, a quien le encantaba gastar y gastar creo que por eso le dije «tuve».
Uno de los argumentos que me daba cuando la criticaba por haber comprado algo muy caro, carísimo (un reloj de gran lujo, por ejemplo), era: «Analicemos, ¿cuántos días vaya traer puesto el reloj si 10 uso diario y durante todo un año? Trescientos sesenta y cinco días, ¿no? Bueno, entonces, si dividimos el precio entre esa cantidad de días, ¡ya me salió baratísimo mi reloj por día!… ‘» Imagínese hada más. De todas formas, aunque en ese entonces no me hacía mucha gracia ese argumento, le confieso que actualmente, de vez en cuando lo aplico.
Creo que cuando uno va a usar un bien material con frecuencia, si nos va a servir por bastante tiempo, toda inversión por grande que sea está justificada. Una computadora, por ejemplo, si usted piensa adquirir una de gran poder, con lo último de la tecnología en multimedia, el precio de esa máquina será carísimo en caso de que usted tan sólo la quiera para entretenerse con juegos de video, si por el contrario, la va a utilizar para redactar cartas diariamente, enviar y recibir su correo electrónico de varias partes del mundo; si la necesita para realizar los mejores diseños y dibujos para sus presentaciones; si buscará diariamente información de vanguardia para su empresa en Internet; si la utilizará para llevar su contabilidad con la mayor exactitud posible, pues le aseguro que, cueste lo que cueste, se le hará muy accesible su precio. Todo es una referencia.
Nada es barato ni caro, todo es igual en la vida…
Las cosas valen tan sólo lo que cuesta conseguirlas.
– FRANCISCO VILLAESPESA Escritor y poeta español
Pues bien, lo anterior muestra la importancia de una referencia para lograr calificar algo. Piense, ¿qué es una regla o una cinta métrica o las horas que marca un reloj? Respuesta: una referencia, aquello que nos sirve para valorar algo. Ahora bien, si «ese algo» es lo que usted hace, la referencia trascendente resulta ser «usted mismo», Mientras la gente se aprecie más a sí misma, más se autoexigirá un trabajo de gran calidad. Es por ello que he llegado a afirmar que esa sensación de gran placer experimentada luego de haber cumplido con un deber, es una sensación exclusiva de la persona que tiene una muy alta autoestima, de alguien que se sabe digno.
A una persona no le podemos exigir que haga algo digno, noble y honorable, sin antes confirmar que «sea» digna, noble y honorable. Necesitamos esa poderosa referencia. Es entonces cuando la misión de este taller de autoestima me emociona enormemente: «Compartir opciones para mejorar su calidad de vida». Imagínese la satisfacción que experimentamos (lo digo con sincera humildad) todos aquellos que participamos en este taller, enseñando nuevos modelos de vida, compartiendo nuevos horizontes, aprendiendo juntos una NUEVA CONCIENCIA de calidad humana. Ésas son las valiosas referencias que necesita el ser humano para hacerlas suyas y que conformen su identidad, para así, actuar en consecuencia con esa identidad.
Nosotros no podemos elegir lo que no conocemos, entonces resulta ser una gran lección de vida el dedicarse a enseñar a otros, a ser un auténtico maestro de vida. Le confieso que me embarga la emoción el poder compartir con usted estas reflexiones, mismas que surgen de mi más profundo deseo de superación personal y pasión por ayudar a otros. Esta pasión se la quiero contagiar hasta lo más profundo de su ser. Deténgase un momento a pensar si todo lo que le rodea en este momento, ahora mismo mientras lee, es digno de usted. Su arreglo personal ¿es digno de usted?, el orden y limpieza de su habitación ¿es digno de usted?, su cuerpo ¿es digno de su espíritu, lo merece su yo interior? Más aún, ha pensado si los amigos que ha elegido en su vida ¿son dignos de usted?
En fin, piense si todo lo que realiza es verdaderamente digno de usted. Pero, por favor no sólo responda sí o no a las preguntas anteriores, no se trata de responder sí o no nada más. Se trata de generar un gran momento para crecer si logra «darse cuenta» de su parámetro de referencia, si logra confrontarse a sí mismo sabiendo quién es y, por tanto, qué merece; le aseguro que entonces, y sólo entonces, podrá responder adecuadamente «sí o no» a estas preguntas.
Tener la formidable oportunidad de demostrarse a sí mismo lo que uno vale, incluso sin importar demostrado a los demás, confrontándonos con nuestra más auténtica identidad y buscar la congruencia con nuestras acciones y elecciones, le garantizo que redunda en el lógico incremento de su placer por el deber cumplido. Es auto premiarse con el llamado «Orgullo de autoría». El placer que genera dicho orgullo, exclusivo para mentes triunfadoras, es otra razón para que mantenga su… ¡Emoción por existir!
Incremente su autoestima y, luego, haga algo verdaderamente digno de usted, logrando así sentirse bien consigo mismo, experimentando el orgullo de saberse el autor de los hechos.