297-Curso de autoestima

297-Curso de autoestima. Para ver en video: https://www.youtube.com/watch?v=DFb7NptRGNY

297. Vivir Sin Sufrimiento. Parte 2ª

Autoestima 297- Vivir sin sufrimiento 2º – Curso de autoestima – Podcast en iVoox

La gente comienza a ser exitosa  en el momento en que se decide a serlo.

 – Harvey Mackay

     III Emociones

Nuestros contenidos emocionales se nos presentan tanto si nos gusta como si no, y aunque intentemos reprimirlos, éstos se nos muestran siempre como una reacción a los hechos externos o a pensamientos relacionados con esos hechos. Por eso lo mejor que podemos hacer con las emociones es reconocerlas y aceptar su existencia.

    La vida es una gran aventura pero mientras estemos atrapados por el opresor campo de las emociones no podremos vivirla plena y creativamente.

    Mucho ha luchado el ser humano –y lo sigue haciendo– por avanzar hasta lograr la liberación de las dominaciones externas, pero cuando esto se alcanza comprobamos que aún seguimos prisioneros de “algo” que está muy dentro de nosotros y que son las incontroladas emociones, que en forma de miedo, culpa, ira, celos, etc, crean el caldo de cultivo idóneo para el sufrimiento. Del cuerpo emocional parten todas las nefastas acciones que aún seguimos cometiendo. Cuando logremos sentirnos interiormente libres y protegidos, estaremos entregados a todo y a todos; estaremos también sanos y no existirá en nuestro interior ningún motivo ni lugar para acciones inadecuadas.

    Mientras tanto seremos incapaces de dirigir mentalmente nuestras emociones y lo único que podremos hacer es tratarnos para liberarnos de ellas. Porque podemos proponernos no enfadarnos y sin embargo lo único que conseguiremos es no llegar a expresar nuestra ira, pero no podremos suprimir la energía generada en nuestro interior por la emoción, que nos seguirá atormentando y enfermando a menos que encontremos alguna vía de liberación. Y es que las emociones no responden a las órdenes del pensamiento, como lo hace el cuerpo físico. Por eso, aun deseándolo, solamente lograremos, si acaso, cambiar la conducta y con ello mover la energía de lugar, pero sin disolverla. Solamente podremos desactivar las emociones con la Energía del Amor incondicional, que ignora el enjuiciamiento y la negatividad.

    Imaginemos que las emociones forman un cuerpo. Pues es como si ese cuerpo emocional fuese adicto a las sacudidas del sufrimiento y buscase situaciones y personas que le provoquen ese efecto. Por eso cuando, por ejemplo, tiene hambre de miedo, sólo verá miedo en el exterior y responderá a él constantemente. Ese círculo vicioso continuará y aunque la mente diga: <necesito el Amor>, <busco la paz>, el cuerpo emocional no responderá, ya que éste, al ser más poderoso que la mente limitada, ejerce sobre ella todo su dominio. Por lo que para actuar sobre el cuerpo emocional hemos de acceder a la Energía espiritual que posee una vibración superior.

    Debemos comprender que el cuerpo emocional es algo mucho más grande y poderoso que sus manifestaciones externas, y que esa dimensión y poder es lo que mantiene en cautividad a nuestra mente y consecuentemente a nuestro cuerpo físico; ya que éste, como ya hemos explicado, está directamente afectado por ella.

    Las emociones están estrechamente relacionadas con el miedo y con nuestras resistencias a incorporar actos novedosos en nuestra vida. Por eso cuando trabajamos con las emociones, tanto el miedo como las resistencias se ven afectadas directamente.

    El cuerpo emocional, lógicamente, no quiere el cambio porque eso sería restringir el suministro del que se sustenta. Y como el cuerpo emocional domina a la mente, ésta creará un concepto para que caigamos en el engaño de lo que entendemos como “comprensión”. Por eso hemos de elevarnos por encima de la comprensión, los conceptos, el razonamiento y el juicio y operar desde otro nivel. Cuando despertemos del sueño en el que nos hemos mantenido durante tanto tiempo, comprobaremos que nuestro interior contiene todo el poder necesario para sanarnos en todos los aspectos. Ésa es la libertad a la que debemos aspirar y ése debe ser nuestro objetivo prioritario.

    Tenemos que aprender a observar –sin juzgar– lo que sentimos para saber si procede del cuerpo emocional o de la nueva relación directa que empezaremos a experimentar con nuestro yo superior. La diferencia será sencillamente reconocible, porque cuando las respuestas a nuestras interrogantes proceden de nuestro yo superior son tajantes, aunque éstas no coincidan con nuestras expectativas o nuestros razonamientos. Una ayuda para esta identificación puede ser observar lo que sentimos en el plexo solar. Cuando en él hay malestar o presión, están actuando las emociones e incluso notaremos cómo la zona central del cuerpo, que es donde se asienta el miedo, se endurece al coincidir con las emociones más fuertes. Al tratarnos con la técnica de la fusión conseguiremos que nuestro plexo solar deje de estar contraído y bloqueado e irradie hacia fuera desde el corazón sin impedimentos.

    Esta técnica pretende desarmar por completo al cuerpo emocional, pero sólo podremos descristalizar aquellas emociones de las que seamos conscientes. Mientras no las descubramos no tendremos posibilidad de desactivarlas y nos poseerán y manejarán indefinidamente. Pero en cuanto las localizamos ya tenemos lo único que se necesita para romper el círculo energético en el que se mantienen.

    Al utilizar este método seremos capaces de conectar las emociones dañinas con nuestro espíritu divino para permitir transformar en luz la oscuridad en que vivimos y desprendernos de la culpa, la ira y el miedo.

    Son el miedo y la culpa los que, a causa de la ignorancia, nos hacen reaccionar como lo hacemos; y ellos están ahí a consecuencia de la presión del cuerpo emocional. Pero no se trata de ocultar u ocultarnos la emoción, porque cuando lo hacemos permitimos que ésta se mantenga y crezca. Tenemos que aprender que podemos permitirnos momentos de desequilibrio para que pueda salir la ira y consumirse por sí sola. Esos momentos pasarán y recuperaremos el control para dar paso a la calma. Pues no somos la negatividad, no somos la imperfección, no somos la desesperanza, no somos víctimas… y sin embargo estamos experimentando, sin querer, todo eso. Hemos de encontrar la manera de romper la barrera que nos haga posible la conexión con el poder de lo que realmente somos, reconocerlo, admitir que lo poseemos y permitirnos utilizarlo.

    Cuando el cuerpo emocional se libera advertimos que no existe el bien y el mal; que experimentamos todos esos conceptos simplemente para comprender las leyes divinas del amor y la tolerancia.

    Comprendemos también que dar y recibir forma parte de lo mismo, porque ambos extremos son necesarios para que se produzca el hecho. Y cuando estamos fundidos realmente en la vida, ya no nos hacemos esas pueriles preguntas que tanto nos atormentan cuando vivimos en la ignorancia. Cuando se vive en fusión con todo lo creado; si necesito recibir siempre habrá alguien que me proporcione lo que me hace falta y viceversa. No podríamos realizarnos en la entrega si no hubiera alguien necesitado o dispuesto a recibir y a la inversa. Acordémonos de la representación gráfica del Yin Yang.

    Lo mismo sucede con las víctimas y los victimarios cuando se está en ese nivel energético de intercambio de emociones que tienen la única finalidad de hacernos crecer. Si hemos de superar una lección y sólo tenemos la posibilidad de que ésta se produzca a través del victicismo, tendrá que existir un victimario que nos haga reaccionar. Todos formamos parte de lo mismo: nuestra evolución individual y de conjunto.

    Pero parece ser que, ahora, con el cambio de era, tenemos la opción de elegir y dar un salto en vertical para empezar a movernos en otro nivel energético donde el sufrimiento ya no sea necesario para nuestra realización. Y este método puede ayudarnos a conseguirlo.

    Con las meditaciones y las plegarias alcanzamos momentos de beneficiosa paz, pero eso no es suficiente, hemos de ir más allá para que nuestra vida cambie realmente y consigamos incorporar y mantener en nosotros la energía del Amor y la espiritualidad.

    Y tengo que repetir que debemos ser conscientes de nuestras emociones, para poder tratarlas y evolucionar co-creando nuestra propia vida y el mundo que nos merecemos, sin ser constantemente arrastrados sin control. De esta manera atraeremos hacia nosotros situaciones y personas nuevas, e incluso se modificará la actitud de las que ya tenemos cerca, porque irradiaremos otra energía por la que ellos se verán también afectados. Y es que el cuerpo emocional tiene grabada una información que se proyecta hacia fuera en forma de energía atrayendo hacia sí a personas y situaciones que, aunque son las que terminan dañándonos, contienen, para él, un irresistible poder seductor.

    Por ejemplo, si una persona quiere un trabajo mejor pero no se siente merecedora de él, la emoción hará que lance hacia fuera, en forma de energía, el mensaje de que no se merece un trabajo mejor. Uno piensa que necesita un nuevo entorno, un trabajo diferente y superior, pero lo que irradia al exterior dice: “No me elijan, en realidad no puedo hacerlo”.

    Es el cuerpo emocional el que está haciendo las elecciones en nuestra vida y el que nos está frenando; porque, mientras nuestras mentes y nuestros intelectos sí se han expandido tremendamente, el cuerpo emocional nos mantiene en la rutina, experiencia tras experiencia, continuando con los patrones a los que es adicto; y esas pautas son las que determinan nuestra calidad de la vida. Cuando vamos eliminando esos viejos modelos de conducta, nos abrimos a un nuevo panorama que nos permite vislumbrar la totalidad, alejándonos de nuestra limitada visión.

    Cuanto más consigamos despejar nuestro cuerpo emocional, tanto más podremos penetrar a través del velo que nos separa del “otro lado”, de la fuente divina. Y pronto reconoceremos la comunicación con ese “otro lado”, porque ella nos proporcionará un bienestar, equilibrio y éxtasis que nunca antes habíamos experimentado. El enjuiciamiento, la sobre autoestima y el ego son obstáculos que nos mantienen atrapados en este lado del “velo” y, mientas estemos ocultos tras ellos, podremos pensar sobre la fuente divina e incluso conceptualizarla, pero no lograremos experimentarla, porque el manantial de nuestras experiencias procederá de la emoción y no de la luz que es la que nos conecta con el autentico Yo, si no con ese otro “yo virtual” compuesto de proyecciones emocionales.

    Cuando nos alejamos del enjuiciamiento deja de aparecer en nuestra mente la idea de que esa u otra persona resulta sospechosa. Veremos al “ser” en su totalidad, no bajo el dominio de nuestro miedo. Cuando todas las imágenes de miedo se desvanecen, aparece el estado puro del “ser” que realmente somos. Ya no necesitamos los disfraces de comportamiento, ni las mascaras, y nos mostramos tal como somos; desechamos por completo las viejas formaciones mentales y nos expandimos para tener acceso al potencial mental –el otro 90%– que, al parecer, no estamos utilizando.

    Pero mientras acusemos de nuestros problemas a la relación que tenemos o hemos tenido con nuestros padres, parejas, jefes, etc., no estaremos dirigiendo la mirada hacia la fuente de procedencia de esas relaciones, que es siempre la conexión energética de ambos cuerpos emocionales: los de ellos y los nuestros. Cuando ponemos ahí la atención y la intención de irradiar Energía de Amor se produce automáticamente la desconexión de esos dos campos de atracción.

    Es crucial que comprendamos que estamos palpando y cambiando nuestro cuerpo emocional. Cuando lo observamos, lo vemos y sentimos, ya ha comenzado el proceso que nos elevará en una espiral hacia la producción del cambio, sin que importe lo que pensemos sobre cómo ha ocurrido.

    La mente lineal o el intelecto tal como lo conocemos, es decir, dominado por el cuerpo emocional, solamente puede llegar a arañar la superficie de estos conceptos, pero a medida que el cuerpo emocional se va clarificando podemos llegar a comprender que todo lo que nos sucede tiene el sentido de sacarnos de la rueda del “hacer” para introducirnos en la de “ser”, fuera ya del síndrome placer/sufrimiento o felicidad/tristeza y pasar a un estado equilibrado donde vivamos en autentica realización y plenitud.

    La comprobación de que cada vez somos menos alterados por los acontecimientos, nos aporta una sensación de seguridad que acrecienta nuestra tranquilidad y consecuentemente nuestro bienestar. Con ello seremos capaces de crear una atmósfera nueva para la vida y nuestro entorno. Pero mientras nos mantengamos inmersos en nuestros conflictos internos, por mucho que hablemos de fraternidad, paz, armonía y felicidad, no podremos atraerla hacia nosotros.

IV  LAS RESISTENCIAS

Donde no hay resistencia no hay daño, dice Chris Griscom.

    La práctica de este sistema tiene resultamos infalibles; su única dificultad estriba en la superación de las resistencias que nuestro sistema mental de defensa nos presenta; sobre todo, cuando lo que pretendemos es enviar Energía de Amor, precisamente a aquello que nos produce rechazo, como por ejemplo a una persona que, sin saber exactamente porqué, nos desagrada, o a alguien que, como puede ser el caso de un homicida, nos causa repulsión.

    Para conseguir la disolución de nuestro sufrimiento es fundamental poseer una resolución y una dirección firme. Las resistencias son un maravilloso dispositivo interno de protección mientras caminamos por la vida en la inconsciencia; pero en cuanto aprendemos a ser conscientes de nuestras emociones y a tratarlas adecuadamente todo ese mecanismo empieza a perder la energía de la cual se sustenta para terminar quedándose inservible. Contra toda resistencia, hay que utilizar la infalible insistencia.

    La generosidad y la tolerancia son herramientas imprescindibles para someter a las resistencias. Sin ellas tendremos muchas dificultades para entregarnos a amar aquello que más rechazamos y ofrecernos a “dar” desinteresadamente. La auténtica comprensión y el beneficio llegarán más tarde, como efecto de esa entrega. Si por el contrario realizamos el acto amoroso pensando en el bien que el mismo pueda reportarnos, la “magia” no se producirá. Lo único que debemos hacer –aunque sea por un instante– es ser conscientes de que estamos recibiendo del Universo “lo mejor” y “eso” es lo que debemos irradiar hacia fuera, sin que en nuestro pensamiento quede espacio para ninguna otra cosa.

    Con esta técnica se desencadenan más resistencias que cuando se trabaja solamente con visualizaciones y repeticiones de afirmaciones o frases, ello se debe a que nuestra mente pone menos oposición a visualizar o repetir algo que desea, que cuando la empujamos, naturalmente, a amar algo que el cuerpo emocional le está empujando a rechazar. Ambas técnicas utilizan el poder mental para conseguir la liberación y el bien que se desea, pero a menos que las repeticiones y visualizaciones contengan la necesaria dosis de Amor, al trabajar con éstas, estaremos utilizando solamente nuestra mente limitada, sin la llave de la Energía Amor que es la que abre la puerta de la espiritualidad para que ésta nos comunique con la totalidad.

    El saber –acumulación de datos o razonamientos– tiene poco efecto sobre los niveles más profundos de nuestro ser, pero tan pronto como palpamos el aspecto de la fuerza divina y nos identificamos con ella surge la transformación y la autentica sabiduría y comprensión.

    Tanto el miedo como las resistencias son maniobras de defensa para la inconsciencia y la supervivencia del cuerpo emocional, luego, es fácil entender que cuanto más conscientes nos vamos volviendo, menos necesitamos de esas defensas y menos atrapados estaremos por emociones destructivas.

    Debemos confiar en nosotros, sabiendo que si nos lo proponemos podemos liberarnos de todo lo que nos atormenta. Para ello hemos de ser amables y pacientes con nosotros mismos para no rendirnos y abandonar a causa de las resistencias.

    Nuestra mente necesita un espacio de tiempo para readaptarse a la nueva situación de aceptar que ahora vamos a llevar los mandos del control conscientemente. Y ese periodo de adaptación no es igual para todo el mundo. Por eso es tan importante la paciencia, la insistencia y la aceptación de nuestro particular proceso. Cuando nos anclemos en la actitud de esas tres premisas, sin “preocuparnos” de los resultados sino “ocupándonos” solamente de la acción; las resistencias cederán y los resultados aparecerán.

    Las resistencias pueden aparecer tanto de forma consciente como inconsciente. Son conscientes cuando nos “negamos” a pasar por “algo” porque lo tememos. Y son inconscientes cuando queremos hacer alguna cosa, por ejemplo abrazar a alguien, y aún así, una fuerza interior nos impide hacerlo.

    Aunque, con esta técnica ambas resistencias serán tratadas con la misma Energía el procedimiento de hacerlo es ligeramente distinto.

    Veamos. Cuando nos negamos conscientemente a pasar por algo, ya sea una enfermedad, la muerte de un ser querido, tener un accidente, etc. es porque tememos el sufrimiento que nos reportaría vivir esa experiencia. Y el cuerpo emocional que se nutre, precisamente, de nuestro miedo seguirá presionando a la mente para que genere pensamientos y situaciones de las que él pueda seguir alimentándose. Por lo tanto habrá que ir reduciendo los miedos para que, a su vez, el cuerpo emocional se vaya debilitando. Y eso lo haremos simplemente irradiando Energía de Amor a esos miedos. Lo veremos en el capitulo de “La Técnica”.

    Es imprescindible llegar a tal punto de aceptación que sintamos que la vida es un proceso de aprendizaje en el se nos presentan aquellas situaciones que nos conducen a la oportunidad de conseguir nuestro equilibrio interior para desde ahí poder realizarnos libremente, –sin los grilletes emocionales– pues ésa es la primera misión de nuestras vidas. Hasta que no comprendamos realmente eso, no habremos dado el primer paso hacia esa auténtica liberación, es decir, hacia el estado en el que no necesitemos el sufrimiento para evolucionar.

    En cuanto a las resistencias inconscientes, la irradiación de la Energía se dirige hacia la persona, cosa, animal etc, que nos produzca rechazo, odio, malestar etc.

    Las resistencias inconscientes, tienen la misión de mantenernos dentro de un espacio seguro, mientras caminamos por la vida en la inconsciencia. Por eso una parte nuestra cree estar muriendo cuando permitimos el acceso a nuestro yo superior y a que domine nuestra parte espiritual. Entonces aparece el miedo a perder la orientación e incluso la razón. Es muy importante saber que ese efecto, aunque puede asustarnos mucho al principio, es solamente un espejismo que se desvanecerá en cuanto insistamos en la aplicación de la técnica. Porque con esta acción ya no habrá cabida para la autoprotección, ni el enjuiciamiento contra nada ni contra nadie.  Al no existir resistencia por nuestra parte, no puede haber «guerra» ni, por lo tanto, vencedores o vencidos.

    Nos convertiremos en parte de aquello que antes rechazábamos porque una proyección emocional nos hacía temerlo. Es fácil entender que si al hablar con alguien que antes nos causaba temor, (un jefe, una autoridad, un padre etc.) cuando ahora al dirigirnos a él, nuestro aura le diga a la suya: <te amo, tú y yo somos parte de lo mismo>;  cualquier otra energía con la que él pudiera estar operando, se vea afectada perdiendo su poder.

    Sin darnos cuenta vivimos permanentemente resistiéndonos, negándonos a aceptar las circunstancias y el momento presente, protestando y rechazando todo lo que no nos gusta. Cuando trabajamos con esta técnica, irradiando Energía de Amor a todo aquello que nos molesta, lo que en realidad estamos haciendo es romper nuestra resistencia a pasar por todo lo que la vida nos va presentando y que desde alguna parte de nuestro interior, inconscientemente, nosotros provocamos o atraemos. Y ahora me refiero a cosas aparentemente insignificantes que percibimos como agresión, tales como puede ser el humo de un cigarro, los golpes que en el techo da el vecino de arriba, el llanto de un niño… Estemos donde estemos, pasando por lo que sea, hemos de aceptar que debe haber alguna razón por la cual nos encontramos ahí en ese momento y no en otra parte y la razón es siempre la misma: encontrar la senda que nos conduzca a la conexión con nuestro Yo superior.

    A causa de nuestros “hambrientos” cuerpos emocionales somos, inconscientemente, adictos a la negatividad; y para desembarazarnos de ella tenemos que reconocer que ésta no es más que una oportunidad para evolucionar. Debemos permitir que entre cualquier experiencia aunque la consideremos negativa. Al no resistirnos, la energía de negatividad se desvanecerá y las experiencias perderán su razón de ser, por lo tanto se nos presentará cada vez con menos frecuencia.

    El Amor es la infalible Energía que disuelve toda resistencia. Él es la llave que nos permite introducirnos en la totalidad apartándonos de la segregación, a causa de la cual, percibimos los acontecimientos como agresión.

    No podemos hacer que la gente deje de fumar, ni que los niños dejen de llorar, ni que el vecino deje de actuar como lo hace. Podríamos irnos, es decir huir, pero no serviría de nada: se nos volverían a presentar circunstancias similares. La solución está en transformarnos con la Energía del Amor, para conseguir que esas cosas dejen de molestarnos. Cuando lo hacemos, nuestras circunstancias cambian y empezamos a atraer hacia nosotros otras personas, otros trabajos, incluso otros vecinos y otras ciudades donde vivir…

    Al principio puede que las resistencias consigan que os sintáis aparentemente enfermos, pues el dominio del cuerpo emocional, pondrá en marcha todas las estrategias a su alcance para impedir que otra energía, diferente a la suya, le arrebate el mando.

     Otro inconveniente con el que podemos tropezar, al principio, y que también se debe a las resistencias, es la concentración, porque no tenemos costumbre de prestar atención a nuestras continuas emociones. Pero en cuanto logramos darnos cuenta de lo que sentimos cuando estamos enfadados o alegres, tenemos la posibilidad de elegir con qué emoción queremos quedarnos. Nuestra “personal iniciación” consistirá en prestar atención y mantenerla el mayor tiempo posible y eso es lo que más nos cuesta; porque nuestra mente, dominada por el cuerpo emocional, está siempre llevándonos incontroladamente al mundo de la distracción, de la charla mental, de un pensamiento a otro, de un miedo a otro, de una a otra preocupación…

    “Intentar” no es una buena palabra para empezar a ejercitar este método porque ella es sinónimo de lucha, de resistencia, de nadar contra corriente. Hay que tener una actitud de firmeza y decir ¡Sí!. Sí vamos a lograrlo porque es algo que está dentro de nuestras posibilidades. No importa cuánto tiempo seamos capaces de permanecer en la atención; los periodos irán creciendo a medida que nos vayamos ejercitando y las resistencias irán cediendo.

    Tenemos que llegar a nuestra mente superior y no lo haremos si seguimos apegados y ocultos en la oscuridad escuchando solamente la voz de las resistencias.

V  EL PODER DEL PENSAMIENTO

     Dice el Dr. Lair Ribeiro que una de las conquistas que más marcarán al ser humano en las próximas décadas serán la ampliación de los poderes de la mente y que esos cambios no caerán del cielo ni  llegarán a todos al mismo tiempo porque en realidad no llegan; los provocan las personas…

    El hombre vive según piensa. Las sociedades son el reflejo de los pensamientos de los hombres que las componen.

  El pensamiento es una forma de energía que no se atiene a las leyes de la física y sin embargo es capaz de producir alteraciones fisicoquímicas en nuestro organismo. Si enviamos un mensaje mental claro al cuerpo, éste hará exactamente lo que nuestro cerebro le mande.

    Acordémonos del cuento de Peter Pan, cuando se le había olvidado volar y alguien le dice que para volver a hacerlo tiene que tener un pensamiento alegre.

    La mente es el instrumento más poderoso que poseemos para nuestra supervivencia. Es la herramienta con la que se programa la computadora biológica del cerebro y está dispuesta por la naturaleza para obedecer y hacer que los programas se cumplan. Pero creemos estar desconectados de la mente que, dentro de nosotros, decide si envejecemos, enfermamos o morimos.

    Todas y cada una de las células del cuerpo tienen mente. El cuerpo seguirá exactamente los mandatos de la mente. Hoy ya se sabe a ciencia cierta que el cuerpo mental controla al cuerpo físico. Está demostrado que podemos alterar conscientemente nuestro ritmo cardíaco, nuestra temperatura corporal etc.

    Todos los bienes y los males de nuestra vida dependen de cómo utilicemos el poder creador del pensamiento, al que no se escapa ninguno de nuestros mecanismos biológicos. No hay nada en nosotros que esté fuera de la órbita de la influencia mental. Pero si no se sabe utilizar apropiadamente, –como desgraciadamente nos sucede– estaremos creando, con la máxima energía de poder, aquello que no nos conviene; pues con cada pensamiento se pone en marcha una respuesta biológica a nivel físico y psicológico, material y espiritual, activándose en el cerebro un programa mucho más complejo que influye en el equilibrio del sistema nervioso vegetativo, actuando sobre el complejo sistema endocrino y en la producción de hormonas, estimulándose o frenando el metabolismo. Y es que el cerebro rige la bioquímica del cuerpo por encima de todos los conocimientos o desconocimientos conscientes que tengamos al respecto.

  Luego, si ya sabemos que nuestra mente condiciona nuestra existencia, es fácil comprender que el método que presento aquí, tiene, forzosamente, que dar resultados positivos, pues lo que haremos a través de él es impedir el bloqueo energético que se produce con los procesos de pensamiento nocivo; de tal manera que, en cuanto descubrimos un malestar emocional, éste, –que se relaciona casi siempre con una carga emocional subyacente, a la que, por estar oculta, no tenemos acceso directo– gracias a la observación de los síntomas de incomodad, desagrado, malestar, rabia, etc., podrá ser eliminado.

    ¿Pero, cómo puedo transformar mi pensamiento para gustarme, quererme, dejar de preocuparme…? No hemos de transformar nada, la transformación se producirá por sí sola, a medida que vayamos incorporando a nuestra vida la práctica de ser conscientes de lo que sentimos, de que la Energía está siempre a nuestra disposición para ser utilizada y utilizarla.

  En el hemisferio derecho de nuestro cerebro, todos estamos recibiendo continuamente indicaciones sobre la forma correcta de proceder. Pero nuestra mente lineal –hemisferio izquierdo– está demasiado ocupada en otras cosas como para prestar atención y concentrarse en esas indicaciones.

  No debemos utilizar la mente para protegernos de los sentimientos dolorosos que podamos temer, pues ocultándonos no resolveremos nada. Debemos usar nuestro poder mental para aceptar que las emociones necesitan ser tratadas con Amor y no solamente con la energía mental del razonamiento y mucho menos con la imposición.

    Con esta técnica no tendremos que prohibirnos ni impedirnos ninguna manifestación emocional que consideremos nefasta, sino que tendremos que aceptarla y tratarla con la Energía de Amor que, al ser de una vibración superior, elevará a cualquier otra de índole inferior, desactivando con ello su poder nocivo.

  Tenemos que mejorar en todo lo posible el conocimiento de nosotros mismos y de nuestras propias capacidades para aumentar el nivel de nuestra vida y el valor de nuestras motivaciones, de esa manera llegará el momento en que llevaremos el completo control sin necesidad de vigilar continuamente y nuestra mente solamente se moverá entre dos bloques de pensamiento: el de nuestro trabajo con la Energía, que irá disminuyendo progresivamente, y el que no necesita de ese trabajo, que irá en aumento. Esto significa que nuestra mente seleccionará continuamente, sin que nos lo propongamos, haciéndonos, con ello, constantemente conscientes de lo que se nos pasa por la cabeza. De esa manera se eliminarán infinidad de pensamientos inútiles y repetitivos que antes la ocupaban, siendo sustituidos por creatividad y lucidez y dando paso a un aumento de capacidad intelectual que antes se aminoraba a consecuencia del bloqueo energético que nos condicionaba.

  Pero llegará otro momento en que pasaremos a una fase mucho más avanzada y fructífera. Será cuando absolutamente ninguna molestia mental ni física nos impida “ser” lo que realmente somos. Desafortunadamente para eso no dispongo de ninguna definición por ser un estado sublime e inefable que cada uno debe experimentar por sí mismo y a su manera, (aunque sólo sea momentáneamente) para convertirlo en su necesario objetivo.

  El conocimiento de que el cuerpo emocional controla nuestra mente es una clave esencial. De lo contrario nos hallaremos a merced del cualquier sentimiento porque éste controlará irremisiblemente nuestro pensamiento. Si reconocemos una emoción pero nuestra mente, por otro lado, está diciendo que eso no encaja en nuestro mundo, nos rendiremos a esa conclusión porque la interpretamos como un acto de supervivencia. Pero al saber que nuestra mente está subordinada al cuerpo emocional podremos abrirnos a nuestro Yo superior para dar paso a la única Energía que puede disolver todo conflicto.

    Es necesario que, como especie, salgamos del plano de la mera supervivencia para adentrarnos en el de la creatividad y la libertad total. Y que rompamos los patrones del pasado que nos impiden avanzar hacia la iluminación, y permiten que las emociones continúen dirigiendo las experiencias repetitivas, en lugar de liberarnos de ellas. Es por eso que el ser humano únicamente prospera en cuanto a ciencia y tecnología; en el plano emocional, estamos como hace milenios.

    Y es que nuestro poderoso cuerpo emocional no quiere que cambiemos, ni está interesado en que seamos felices; únicamente aspira a regrabar y repetir los repertorios que ya contiene. Al cuerpo emocional le gustan más las personas que no nos aman porque las que nos aman le aburren; le gusta la seducción y el juego. Es destructivo porque nos aleja de nosotros mismos. Pero cuando el cuerpo emocional empieza a diluirse experimentamos un profundo cambio, nuestras relaciones cambian y nuestra vida también. Y nadie excepto nosotros puede hacer que eso se produzca.

    Al trabajarnos con la Energía del Amor cada vez estaremos menos sometidos por las emociones y más regidos por nuestro Yo superior, que colaborará para que nos desenganchemos de las experiencias que ya no precisamos para evolucionar.

    Tenemos que ir más allá de usar sólo el diez por ciento de nuestro cerebro. No podemos seguir conformándonos con una proporción tan pequeña. Tenemos que aprender a usar nuestro cerebro holográficamente para irradiar armonía en nuestro entorno y hasta fuera de él. No tendremos que hacer nada especial, sólo tenemos que aceptar que somos multidimensionales y decir: <Mi Yo superior, guíame>. Eso será suficiente. Y no tiene nada de mágico o milagroso, es algo natural para lo que la composición de nuestro ser está preparada. Cuanto más lo pidamos, con mayor claridad lo captaremos.

    Si nos ponemos en situación de permitir la sabiduría, de permitir que la mente y el cuerpo cumplan su función natural, por ley cósmica, podremos expandirnos, pues cualquier tipo de vida se dirige siempre hacia la perfección. Por eso hemos de ser conscientes y aceptar que nuestra vida ha de moverse siempre en la dirección de la perfecta salud, la correcta nutrición, la bondad y la globalización. La constricción es un espejismo creado por nosotros, no por la vida.

    El Dr. E. Sarno, en su libro ”Libérese del dolor de espalda” expone una muy interesante teoría respecto a cómo nuestra mente reacciona ante las emociones desviando nuestra atención hacia el cuerpo físico. Según él, parece ser (y esto lo afirma después de muchos años de experimentación con sus pacientes) que nuestra mente cuando se “ve superada” por una excesiva presión emocional, pone en marcha un mecanismo interno que hace que alguna parte del cuerpo nos duela. Con esto trata de conseguir que desviemos la atención del problema emocional y la dirijamos al cuerpo. Si este mecanismo de “defensa” logra su objetivo, la mente lo seguirá utilizando una y otra vez para impedir que caigamos en un peligroso desequilibrio mental que, lógicamente para nuestra integridad global, tiene prioridad con respecto al desequilibrio físico.

    Él afirma que este mero conocimiento es de vital importancia para no “seguirle el juego” a la mente inconsciente y darle ordenes conscientes de cómo ha de comportarse ante situaciones emocionales de especial dificultad. Pues con el simple hecho de saberlo ya estaremos utilizando nuestro poder conciente de control para no ser arrastrados por ordenes inconscientes.

    Él asegura también, tener un altísimo porcentaje de éxito con pacientes que llevaban muchos años con diversos dolores musculares (hasta personas totalmente imposibilitada) con el único tratamiento de impedir poner la atención en el dolor físico y por el contrario atender sus problemas emocionales.

    Esta teoría coincide con este método. Pues si ponemos nuestra atención en enviar energía al conflicto emocional causante de que la mente se vea obligada a provocar una dolencia física, estaremos consiguiendo deshacer esa estrategia mental y, consecuentemente, el problema físico.

    Pero no olvidemos que si pretendemos que nuestras emociones no dominen nuestra vida no podremos conseguirlo solamente con el poder de la mente. Además, necesitamos el del Amor.

Continúa en el siguiente capítulo.